martes, 13 de septiembre de 2011

El parto en casa dejó de ser aventura para convertirse en una tendencia



Experiencias en primera persona de padres felices

El parto en casa dejó de ser aventura para convertirse en una tendencia

Publicado el 11 de Septiembre de 2011

Por Yésica de Santo

En los últimos tres años subió un 40 % la demanda. La mayoría de los que opta por esta modalidad lo hace por comodidad y tener un momento íntimo y único. Aunque algunos también sufrieron con los tradicionales nacimientos en clínicas.

El papá pone música tranquila y la mamá camina de un lado a otro de la cocina, siente las contracciones, y llaman a la partera. Así comienza la aventura, para algunos, alocada y para otros natural, de traer un hijo al mundo, pero en casa.

En los últimos tres años la demanda de partos domiciliarios aumentó más del 40% y los grupos que asisten a las madres en sus casas se triplicó en cinco años, según el último estudio de la Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y el Nacimiento. Los datos serán presentados en los próximos días en el Ministerio de Salud de la Nación. Desde las carteras sanitarias nacional y bonaerense, insisten en los riesgos que “la elección conlleva”. De esta forma, la decisión de si es mejor el hogar o el hospital, la peridural o un baño de inmersión, son interrogantes que desde hace tiempo plantean el debate sobre cómo y dónde parir.

La mayoría de las parejas que elijen que el parto se lleve a cabo en el domicilio, lo hacen por comodidad, intimidad, o porque están desencantadas con la atención institucionalizada. “En mi hogar tuve un parto humanizado, en el que se respetaron los tiempos biológicos del nacimiento, y mis sensaciones y decisiones como mujer. En todo momento se cuidó al bebé y el lazo conmigo y su papá”, contó Leticia Sturli, mamá de Jacinta, quien nació hace un año, en el dormitorio de su casa.

Leticia tuvo a su primer hijo hace cuatro años en una clínica y no la pasó nada bien. “En los centros de salud no respetan los tiempos de la mamá y el bebé, y quieren que una puje y que el chico salga rápido, como máximo te esperan cuatro horas y otras veces mucho menos”, señaló la mamá, en diálogo con Tiempo Argentino.

Sonia Cavia es doula (que dan acompañamiento emocional) y coordinadora regional de la Red y afirma que “en muchos hospitales y clínicas no se les informa a las mujeres qué procedimiento se les realizan y les mienten usando la coerción, se les dice: ‘Si no te hago esto, tu bebé se muere’”.

En el parto “medicalizado”, como lo llaman algunas parteras, el 95% de las mujeres que paren lo hace de espaldas, una de las posiciones más dolorosas, y es cotidiano el uso de goteos con oxitocina, la droga que produce contracciones, y “las cesáreas innecesarias”, dijo la obstétrica Natalia Idaiart a este diario.

En nuestro país, se realiza un 70% de cesáreas en el sector privado y en el público la cifra ronda el 25%, según el Ministerio de Salud de la Nación. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo aceptable es no más de un 15%.

“Sabemos que se cometen errores en muchas maternidades y que hay mucho por mejorar, como respetar la elección de las posturas, eliminar el rasurado, o que la mujer esté acompañada por quien elija”, destacó Flavia Raineri, coordinadora del programa materno infantil del Ministerio de Salud bonaerense. “Se necesita un cambio de actitud y cultural por parte del equipo de salud que está muy acostumbrado a una forma de trabajo”, agregó y resaltó que “la alternativa no es parir en casa, donde la mortalidad materna y neonatal se puede triplicar”.

En el caso de que todo se complique, las parejas suelen contar con un “plan B” , el mismo consta de tener una clínica cerca que los reciba, y un transporte, que puede ser una ambulancia en la puerta de la casa o el auto del padre de familia.

Sin embargo, según los médicos “a veces la vida depende de pocos minutos”. El ministro de Salud bonaerense, Alejandro Collia aseguró que “el parto, para que sea seguro, debe ser institucionalizado porque se trata de un evento impredecible, en el que pueden ocurrir emergencias como hemorragias, la necesidad de una cesárea de urgencia u otros contratiempos”.

Desde la cartera sanitaria nacional, Ana Speranza, directora de Maternidad e Infancia, destacó que “todos los partos conciben riesgos, y del 1 al 20% puede complicarse, pero de presentarse una urgencia, es necesario estar en una maternidad”.

Para mejorar la calidad de la atención, los ministerios de Salud y Unicef comenzaron a implementar la estrategia “Maternidades Seguras y Centradas en la Familia”, en las que el equipo de salud brinde apoyo a la embarazada y su familia durante el control prenatal, respete las decisiones de las embarazadas y su familia en el parto, priorice la internación conjunta de la madre y el hijo y faciliten la inclusión del padre en la internación neonatal. Ana María Bonotti,obstétrica del programa materno infantil de la provincia, declaró que el principal objetivo es “garantizar que todos los partos sean humanizados, que las mamás tengan el parto en la institución, pero se sientan como en su casa”. <
Naolí sonríe a la cámara. El último viernes se cumplieron once meses desde que nació en el dormitorio de los papás, Clarisa Tamburini, de 34 años, y Fernando Pose, de 28.


Ambos decidieron la opción del parto en casa después de la mala experiencia que vivieron al tener a su primer hijo, Llancamil, ahora de cinco años, en una clínica de la Capital Federal.

“Ignoraron todo lo que yo quería o necesitaba. Perdí la intimidad y sin explicarme por qué me dejaron sin comer durante 12 horas”, relató la mamá.

La bebé Naolí se adelantó unas semanas, y a las 2 de la madrugada empezaron las contracciones.

“No habíamos comprado nada para el parto, así que lo mandé a mi marido a recorrer farmacias”, recordó Clarisa, pero de inmediato aclaró: “en ningún momento nos asustamos porque estábamos muy interiorizados en el tema”.

Si algo funcionaba mal, el plan era trasladarse a la clínica que les corresponde y que queda a unas cuadras de su casa. “Estaba todo controlado y estipulado”, aseguró Fernando.

Después de diez horas de trabajo de parto, Clarisa se sentó en una silla adecuada que le trajeron las parteras, y luego de tres pujos llegó Naolí.

Recién cuando el cordón dejó de latir y la nena estaba prendida a la teta, decidieron cortarlo. “No hizo falta hacerla llorar”, coincidieron los papás.









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